BITACORA LITERARIA

miércoles, 12 de marzo de 2008

MONSEÑOR PHANOR

PROFANADOR DE LO DIVINO

Tal vez los residentes de Jardines el Paraíso no logren del todo descansar en la anhelada Paz del Señor, porque aunque no pueden hablar, no dejan de ser testigos silenciosos de la astucia del engaño cotidiano que se teje en torno a la réplica de monseñor Perdomo. Sin embargo, esto no es impedimento para que el cementerio ubicado en campo abierto, con amplias zonas verdes, y lotes a piso de tierra, deje de ser el sitio ideal en el que muchos desearían tener espacio, pero que en realidad resulta accesible para pocos.

Desde 1970, en este lugar reposan los restos humanos de las personalidades más reconocidas de nuestro departamento; exclusividad que se acrecienta con el paso de los años, y se revierte en los costos de los lotes que por cuestiones de rentabilidad no se venden por cuotas como en algún momento se conseguían; actualmente se ofrecen en arriendo. Sin embargo, en los anuncios de los periódicos, ocasionalmente aparecen quienes por salir de un apuro económico los obsequian entre 8 y 9 millones de pesos.

Como valor agregado, en el centro del cementerio esta ubicado un monumento en homenaje a Monseñor Ismael Perdomo Borrero, quién fue vicerrector del Seminario Mayor en Garzón, secretario episcopal en Neiva, fundador de la Diócesis de Ibagué. Posteriormente, siendo Arzobispo Primado de Colombia se hizo acreedor al apelativo de “monseñor perdimos” debido a que no logro consenso entre el episcopado en torno a un solo candidato conservador a la presidencia, por lo que se le culpó del ocaso de la hegemonía conservadora. 6 años luego de su fallecimiento, en 1962, se iniciaron en Roma las gestiones que aún continúan para su canonización.

Teniendo presente la relevancia del personaje, contrataron en 1972 al pintor y escultor Phanor Satizabal para que hiciera una copia de una escultura original echa en bronce por un Italiano “viajé a Gigante donde esta la figura en un parquecito completamente cerrado y custodiado por unas viejitas que no dejaban entrar a nadie, salvo que llevara una carta de autorización para poder ver la escultura, a mi me dejaron entrar, hice el retrato de este señor a lápiz y de hecho me vine, lo realice en mi taller idéntico a él”.

Phanor para entonces recién llegado a la capital opita, se muestra radicalmente hostil a la injerencia de la iglesia en asuntos políticos, por tanto no tiene el menor reparo en aprovechar la oportunidad para advertir que los conservadores con apoyo de la iglesia violentaron el departamento del Huila entre los años 40 y 50, al instar desde los pulpitos a los conservadores para que atacaran a los liberales exonerándolos de todo pecado. Cuenta despreocupado y con el desdeñoso humor que lo caracteriza, que una noche tomándose unos tragos, se interrogaba porqué la iglesia utiliza iconos para explotar los sentimientos de las personas; a su parecer, muchos querían enterrarse en ese lugar para tener el honor de estar al lado de monseñor. Estando en esas elucubraciones su “coco diabólico” como lo denomina él mismo, recuerda que concluyó “si todo el mundo se quiere enterrar al lado de eso, porque yo, que soy el artista no me represento como un icono de la vanalidad de una cultura que no hace sino explotarlos y someterlos a creer en monigotes hechos de cemento, de piedra”, por lo que se propuso satirizar esta creencia popular propia de varias culturas religiosas.

En aras de llevar a feliz término su propósito, y ante lo exquisito que resultaba para Phanor el sacrilegio, se dispone en su taller a utilizar como recurso un espejo para remplazar el rostro moldeado de monseñor por el suyo; una sabana hizo las veces de sotana, y de una capucha armo una improvisada mitra; así, luego de completar el atuendo, esculpe su imagen en granito, al tiempo que se observa a si mismo. Al terminar el encargo, trasladan el monumento al cementerio, y el día de la inauguración a la que asiste un obispo del departamento, delegados de Bogotá “estando en la bendición el señor Felix Trujillo quién me contrato, miró el monumento a la cara, me miro a mí, me dijo maestro que pena pero ese no es el monseñor Perdomo sino usted, a lo que yo respondí, ese es San Phanor, entonces a él no le gustó ni cinco el chiste y querían tumbar el monumento para luego quemarlo”.

Al parecer lo que detuvo la intención de los señores de desaparecer la escultura, fue el escándalo que Phanor -amparado en las leyes que prohíben destruir obras de artes- advirtió realizar. Ante estos alardes provocadores, le manifestaron que no le iban a cancelar un solo peso, pero contra la voluntad tuvieron que hacerlo porque el insolente artista contaba con el respaldo jurídico del magistrado Reinaldo Polania, quién les manifestó que el contrato no indicaba que la escultura de monseñor tuviera que ser copia exacta a la figura de bronce. Los 20.000 pesos que en su momento recibió, los destinos para vivir de manera opulenta en el Hotel Piscina “me la pasaba todos los días tomando vino de la leche de la mujer amada, hasta que un día acusado de ser traficante de coca, el F2 me capturó, porque me dedicaba a beber y echar carreta, luego de tenermen detenido medio día se dieron cuenta que el dinerillo provenía de mi obra de arte, me soltaron porque pensaron que yo tenía conexiones divinas con monseñor”. Comenta que su amigo Humberto Tafur le decía “eso es la seudo oligarquía campesina que lo esta persiguiendo por haberle violado los íconos”.

Muy poca gente supo lo ocurrido, porque “viviendo en ese tiempo en una sociedad tan mística lo más lógico sería que me hubieran quemado vivo en la plaza de Santander”. La evidente altanería de Phanor sugiere una interpretación ideológica que se sustenta en argumentos tomados del papel de la iglesia en momentos decisivos “por ejemplo, los católicos querían elevar a categoría de santo al papa Pio XII, después de haberle entregado a más de 30 mil judíos a los nazi a cambio que no le bombardearan el Vaticano”; por lo que la iglesia para él equivale a fanatismo e hipocresía.

Phanor asegura que después de 3 décadas al hacer público el secreto, no pretende que le atribuyan poderes míticos o que le encierren la cuadra y lo lleven en andas, su interés es desmitificar “ponerme yo como un ejemplo más de la estupidez, si se adora un pedazo de piedra, porqué con la misma devoción no se quiere también a los congéneres”.

1 comentario:

VIDAJENA dijo...

Sería bueno que pusieras imágenes, no crees?.